Es clásico, inherente a la natura de la dictadura. Las soluciones de prisa, los remedios temporales y los cataplasmas al herido de machetazo. He vivido mi niñez, juventud y madurez, porque a ojos vista, el destino me depara un final sin grilletes, mirando como se deteriora sucesivamente el país en general, mirando las soluciones cuando ya el problema amenaza realmente con batir records en la historia de las sociedades. No son soluciones definitivas, porque la solución definitiva, hasta los hijos de los padres en Cuba, la conversan a baja voz. Los problemas de todo tipo, siguen un curso, un ciclo de un estado deapuperado a otro poco mejor, para al tiempo, volver al estado depauperado. La imagen que me viene a la mente, es la del dictador y la claque, corriendo a tapar un orificio en el dique, para dejar este y correr a otro, así, entre ides y venires, han transcurrido la increíble cantidad de 46 años, sin que se pueda decir que ha sido solucionado definitivamente los problemas creados por la propia dictadura.
Así, todos comentan de la apurada solución en el transporte público, y la vez, imponen la coletilla, vamos a ver cuanto dura. Desde la época de las Leylands, pasando por las Hinos, las Girón, los camellos hasta llegar a estas Yutong, solo han cambiado los nombres; la dictadura y por ende, el problema permanence, esta a la vuelta de la esquina. Es así en cualesquiera de los aspectos por años.
Ya ni la manida frase, copiando el ideario dictatorial, es que los cubanos no cuidan nada, no se la cree, ni el síndrome de Down que vegeta en mi barrio. Y es elocuente del mal concepto del dictador y la dictadura de los cubanos. Se alegaba y aun los despistados alegan, que a los cubanos no se les puede permitir el uso de las guaguas de turismo porque se destruirían, los hoteles, etc, por la misma razón. El mismo dictador, nos lo dijo en la cara, producto de la chochería y la vejez en el discurso de la Universidad de la Habana, se le fue la "zapatilla" ese día, poco falto para que comenzara a lanzar pestes contra sus conciudadanos, en un acto, que luego cuando al ver la película alemana sobre las últimas horas de Hitler, eran genio y figura ambas desgracias de la humanidad, culpando a otros a diestra y siniestra de las debacles tan pulcramente preparadas por ellos mismos, al detalle.
Y puede que como ingenuo, me la creyera, pero, a más de saber lo educado de los cubanos de fuera, he visto como se desenvuelven de bien esos cubanos en un medio pulcro, respetuoso, independientemente de sus estudios o cultura, en los lugares que han creado los capitalistas en Cuba. Aun Martí en fecha lejana, se refería a como el lugar donde vive y desarrolla su vida puede influir en la educación y la convivencia entre las personas.
No somos los cubanos puercos de cochiquera, ni faltos de respeto por la propiedad, ya sea ajena o propia, ni fieras destrozadoras de obras acabadas para el mejor vivir. El irrespetuoso de la propiedad ajena, de todo esto dicho anteriormente, es el dictador, cuya estima del prójimo es tan minima como grande ha sido su ego y su desgracia sibre el país.
Quien nos ha puesto en una cochiquera nacional, es el dictador, pero no se preocupen, basta que la luz que se avizora al final del tunel llegue, y verán el dictador y su dictadura, ellos que han denigrado al cubano, como este puede ser de civilizado, ¿acaso no lo era antes del 59?, verán, quien era el puerco de esta historia.
1 comentario:
Y así como los otros mitos, que circulan: Por ejemplo, el cubano anda medio desnudo por la calle y cuando no vestido de cheo. Estoy seguro,miren los documentales de los años antes del 61, que si hubiera un nivel de vida normal, los cubanos vestirían bien y andarían limpios con zapatos lustrados. Ejemplo segundo: el cubano no sabe hablar ni escribir bien el español. MIentras en la educación hubo verdaderos maestros y por 50 centavos (no de CUC sino del peso) se podía uno comprar un libro, la ortografía y la gramática no era peor que en otro pueblo hispanohablante, yo diría que mejor. Con maestros emergentes que ni escribir saben, libros impagables para el núcleo familiar común y un deterioro espeluznante de las normas de conducta social, los resultados son los que tenemos, pero no porque el cubano sea así.
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