martes, 9 de octubre de 2007

La Verdad.

Me considero hijo de la verdad, porque aún, si mañana dijera "no es verdad" de la verdad, ¿dejaría de ser verdad?, eligiera a otro, estaría ahí y siempre habría alguien quien la dijera. Mientras pueda y quiera, la diré.

Opositores, en Cuba, somos todos; el que en un real estado de necesidad, se opone a las injustas regulaciones de la dictadura, robando para garantizar el sustento de los suyos y de él mismo; son opositores, los que hacen lo que no debieran, porque si el de arriba lo hace, ¿por qué yo no?, es opositor, aun el que nace sin conciencia de donde en Cuba, porque mañana, en la libertad, aprenderá la historia negra y triste de la dictadura que imperó donde nació cuando nació. Que país bajo una dictadura, no serán opositores todos sus ciudadanos, aun aquellos dentro de la claque dictatorial, candidatos a desertar para contar lo vivido durante su estadía dentro de los privilegiados, son opositores en potencia. Y es la verdad, es una dictadura porque todos en algún momento del día por el Estado de Necesidad, robamos, mentimos, callamos, somos cómplices de los que reprimen a los que se oponen abiertamente a esta dictadura, aun cuando, en el silencio de la justicia natural que le es dada al hombre en su intimidad, pensemos como ellos y el temor nos impide hablar la verdad, ¿acaso no huyeron y renegaron los discípulos en la hora de la represión?, como ellos, seremos todos en el mañana cercano, quienes hablemos de esa verdad que se nos ha impedido por tantos años de terror y represión.

Les dejo por último, algo del Libro de la Sabiduría, que me parece a propósito.

Me volví y vi todas las violencias que se hacen debajo del sol; y he aquí las lágrimas de los oprimidos, sin tener quien los consuele; y la fuerza estaba en la mano de sus opresores, y para ellos no había consolador.
Ec. 4.1
Si opresión de pobres y perversión de derecho y de justicia vieres en la provincia, no te maravilles de ello; porque sobre el alto vigila otro más alto, y uno más alto está sobre ellos.
Ec. 5.8
Justo hay que perece por su justicia, y hay impío que por su maldad alarga sus días.

Ec. 7.15

Por cuanto no se ejecuta luego sentencia sobre la mala obra, el corazón de los hijos de los hombres está en ellos dispuesto para hacer el mal.
Ec. 8.11

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