De lo evidente, no se habla porque se desperdician palabras y es algo inherente a lo dado por hecho y que perdura. De tanto el tanto, el dictador vuelve a repetir lo mismo, quizás con la esperanza de creérselo el mismo, porque la mayoría está convencida de que el absurdo cesará con su fin. Aun el cuando, ya no parece lejano a nadie, tanto enemigos como amigos tienen razones para suponer que el anciano dictador no llega a ver el fin de esta década.
Toda la debacle cuyo causante es él, con muchísimo menos tiempo que la media centuria de que dispuso para provocarla, será revertida, me atrevo a asegurar que en una quinta parte del tiempo que le tomó.
No importa cuanto te lo repitas, no será verdad, te irás a tu viejo gobierno de difuntos y sin flores.
Claro, si no se le afloja la soga al cubano, recordando el 94, no creo que quieran ver tu decrépita cara nuevamente y quede ilesa. La mentira, al final, es mentira y la dictadura aunque se vista de seda, dictadura se queda.
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