Esta frase shakesperiana acudió a mi mente cuando escuché la noticia del deceso de Vilma Espín Guillois. Los que padecen esta enfermedad "larga y penosa", (la abuelita obvió esta vez lo de penosa, quizás todo fue alegría con piñata incluida) finalmente como que se rinden a lo inexorable. Marcó la diferencia en este caso de la terrible enfermedad con otros en parecida situación, el extremo secretismo que puso en boca del pueblo las más disímiles teorías.
Días después, al mirar las fotos en el periódico, no quisiera decirlo por las consecuencias, pero al mirar las fotos, no me cabe dudas de que ya a nadie le importa un comino lo que hacen en la abuelita. En una de ellas Raúl en un jeep con una cara de... ¿!niño¡?, nada conveniente para el jefe supremo de un ejército. ¿Será verdad que el hermano mayor le mandó una operación de la voz para masculinizarla?.
Luego, leyendo toda la historia de Espín, noté aparte de la falta ortográfica de la anciana Marta Rojas en un artículo, la ausencia de comentario alguno sobre su relación íntima con Frank País, ni siquiera una referencia implícita sobre esto al final de la vida de Espín.
A menudo quisiera escribir sobre la historia, pero finalmente desisto por el necesario pedigri que se exige, sobre todo para decir lo que pienso, no poseo un título de la Universidad de las Hormonas, no he sido condecorado por susu usías con la Orden al Cativia Mayor o ostento con orgullo el Premio Bobel. Pero bueno, no luego de haber sido obligado a leer la historia según los libros en la escuela, sin peros o por qués de mi parte, ya de grnadecito, cuando puedo decir lo que se me antoje, pues tengo mi blog y luego existo, declaro la falsedad de las revoluciones, empezando por la francesa. Es mi conclusión, que las revoluciones en el campo de lo social, son hechas por aquellos que están en el medio y quisierna estar arriba, asuzando a los de abajo y tratando de hurtarle el cuerpo a la ¨pela", claro, con el tiempo se perfeccióna y se aprende de los errores ajenos, luego de lo sucedido a Ronespierre, los que vinieron después han sido más cuidadosos en cuidar el pellejo.
La conclusión anterior, se cumple perfectamente en mi país, basta con leer las resemblanzas de los Generales, el dictador, el hermano y últimamente de Espín (RIP).
Todos ellos eran y son de familias acomodadas, al parecer querían más acomodo, el suyo, no el de otros; algo como la fábula, quedar tuerto por dejar al otro ciego, en fin, uno de los sentimientos que hasta donde sé lo tiene el hombre, por suerte, que no las fieras y que es la envidia, los animales son más rudos en eso, esperan a que el jefe de la manada se ponga viejo, sufra una caída, perdón una herida limitante, para tumbarle.
Tengo pendiente releer el poema de Villena.. "..para acabar la obra de las revoluciones" y "La Revolución del 33 se fue a bolina" de Roa creo, sobre el tema.
En fin, mi consejo es este, tu pobre que me lees, si alguien te dice que va a hacer una revolución, huye como si fuera de la peste bubónica hacia el lado contrario.
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