No son tantos, pero se ha de reconocer que por esto es a veces, noticia. Las oportunidades de intercambiar con aquellos escapados del infierno isleño, algún que otro me cuenta que no se adapta, principalmente los maduros y otros que en Cuba crearon dependencia o supeditación a cosas o personas.
Lo cierto, la verdad irrefutable, es que en cualquier lugar fuera de esta ínsula, exceptuando claro está las zonas de guerra, a las que incluso algún que otro trasnochado quiso ir para obtener la ciudadanía española, se está y se vive mejor que en ella.
Con sintomas parecidos a otros de otras enfermedades o afecciones de tipo psicológico o psiquiátrico, algunos cubanos no logran superar la crudeza de la realidad vivida y quedan atrapados en el pasado tenebroso, cuasi olvidado en la muelle vida de su actualidad.
Recuerdan, lo animado de estar metiendo las narices en la vida de los demás, el chisme; añoran el trabajo mal pago, hecho mal por el desánimo, las largas horas de oficina futiles en su propósito; recuerdan como pedían al vecino el poco de azúcar, el arroz o cualquier otra molestia que era pasada por alto en medio de la pobreza común; echan en falta a mamá y papá, que cuidaban del pequeño y prácticamente le habían educado, privando su vejez de el necesario descanso y alivio, de la tranquilidad de disfrutar luego de años de trabajo, en fin, no importaba, eran los abuelos, de esa manera, quedaba algo de tiempo para cubrir los intereses espirituales; los menos afortunados, que son los más, extrañan la casa repleta y bulliciosa, pues no existe la mínima posibilidad de independizarse, se vive unos encima de los otros, metidos por fuerza en la vida de los convivientes, pues es imposible estar al margen en un territorio tan mínimo.
Hace poco, mientras me carteaba con una persona determinada de estas, le animaba a conocer el país al que había partido, interesarse por recorrer lugares, preocuparse por emplearse en un hobby o pasatiempo, perfectamente costeables, leer lo que quisiera, ir la cine, en fin, destrabarse del impass y eliminar los primeros síntomas de lo que he dado en llamar el síndrome de Estoeselcolmo, ya saben por qué, a más, recordar susu tristes días aquí, buena medicina en estos casos.
Entiendo a quienes lo padecen, como puedo entender un Síndrome de Down o alguna deficiencia pasajera o permanente en la mollera, para ellos mi solidaridad; pero lo que si realmente no logro entender, es que regresen a la tortura y la desidia en una isla con una dictadura por gobierno y la pobreza extrema por compañera.
Vamos, ya ese es el colmo.
Lo cierto, la verdad irrefutable, es que en cualquier lugar fuera de esta ínsula, exceptuando claro está las zonas de guerra, a las que incluso algún que otro trasnochado quiso ir para obtener la ciudadanía española, se está y se vive mejor que en ella.
Con sintomas parecidos a otros de otras enfermedades o afecciones de tipo psicológico o psiquiátrico, algunos cubanos no logran superar la crudeza de la realidad vivida y quedan atrapados en el pasado tenebroso, cuasi olvidado en la muelle vida de su actualidad.
Recuerdan, lo animado de estar metiendo las narices en la vida de los demás, el chisme; añoran el trabajo mal pago, hecho mal por el desánimo, las largas horas de oficina futiles en su propósito; recuerdan como pedían al vecino el poco de azúcar, el arroz o cualquier otra molestia que era pasada por alto en medio de la pobreza común; echan en falta a mamá y papá, que cuidaban del pequeño y prácticamente le habían educado, privando su vejez de el necesario descanso y alivio, de la tranquilidad de disfrutar luego de años de trabajo, en fin, no importaba, eran los abuelos, de esa manera, quedaba algo de tiempo para cubrir los intereses espirituales; los menos afortunados, que son los más, extrañan la casa repleta y bulliciosa, pues no existe la mínima posibilidad de independizarse, se vive unos encima de los otros, metidos por fuerza en la vida de los convivientes, pues es imposible estar al margen en un territorio tan mínimo.
Hace poco, mientras me carteaba con una persona determinada de estas, le animaba a conocer el país al que había partido, interesarse por recorrer lugares, preocuparse por emplearse en un hobby o pasatiempo, perfectamente costeables, leer lo que quisiera, ir la cine, en fin, destrabarse del impass y eliminar los primeros síntomas de lo que he dado en llamar el síndrome de Estoeselcolmo, ya saben por qué, a más, recordar susu tristes días aquí, buena medicina en estos casos.
Entiendo a quienes lo padecen, como puedo entender un Síndrome de Down o alguna deficiencia pasajera o permanente en la mollera, para ellos mi solidaridad; pero lo que si realmente no logro entender, es que regresen a la tortura y la desidia en una isla con una dictadura por gobierno y la pobreza extrema por compañera.
Vamos, ya ese es el colmo.
1 comentario:
Personas con ese espiritu dependiente y conformistas existen en todas partes del mundo. Esos son los que hay que llevar de la mano a todas partes porque son incapaces de enfrentarse al mundo por si solos.
Prefieren vivir en la miseria y en el infortunio de la Cuba de hoy porque para ellos es algo conocido. Cuanta personas con ganas de echar palante en la vida quisieran irse de Cuba hoy mismo y estos cafres despues de haberse ido regresan! A veces Dios le da barbas a quien no tiene quijada y a quien no tienen cerebro.
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