miércoles, 2 de mayo de 2007

Y nadie escucha

Es habitual, lo pueden constatar aquellos que habitualmente se mantienen al tanto del acontecer mundial y después que terminen de leer este post en el caso particular cubano, que hay una relación entre la muerte de personas en un mismo acto y el impacto en los medios de comunicación, esta relación es directamente proporcional al número de personas muertas, a más personas muertas en el suceso, mayor es el espacio que ocupa la noticia y más extendida su publicación en los medios.
Aún cuando se pudieran encontrar ejemplos de noticias en diferentes épocas y de distintas latitudes geográficas, quisiera hablar en específico sobre como se refleja esto en el caso particular de Cuba y en el período de la llamada revolución, que para mayor claridad le llamaré dictadura castrista.
El insuficiente acceso a estadísticas serias y lo peligroso que resulta intentar calcularlas sobre la base de datos conocidos, pero que deben ser solicitados a organismos del gobierno dentro de Cuba, aparte de que el recurso de buscar fuera, no garantiza el hallazgo, usare el sentido común y mejor explicado, el cálculo comúnmente conocido por todos a través de las noticias repartidas a lo largo del tiempo. Es precisamente esta dilución en el tiempo, lo que convierte la muerte de cubanos huyendo de la feroz represión de la dictadura cubana en precarias embarcaciones hacia donde creen y finalmente pueden los que lleguen, en algo disminuido y apenas notificado por los medios de información más allá de donde resulta de marcado interés por la afinidad de nacionalidad u origen, específicamente en Miami. Aquellos que perecieron desde los primeros años del éxodo incesante provocado por la dictadura hasta nuestros días, ¿en cuanto se calcularán las cifras?, ya que no existe evidentemente la posibilidad de un número más o menos exacto, situaremos sin temor a errar la cifra en cientos al año; ese de seguro sería el número proporcionado en una hipotética encuesta si se pudiera hacer en Cuba. Este número anual, multiplicado por 46 nos daría la tétrica cifra de 46000 personas fallecidas en una muerte horrible, que pudiera haber sucedido antes por deshidratación o insolación, del momento de ser devorados por los peces y depredadores marinos, particularmente tiburones que pululan en los mares del Caribe.
Al igual, la noticia de la cifra de prisioneros políticos, se ha diluido entre tantas detenciones que suceden a menudo y por la maniobra de la dictadura cubana de considerarles como presos comunes.
Para infortunio del cubano, no somos noticia; ni las muertes de las cuales el dictador Fidel Castro es culpable: ni los presos políticos que hoy pueblan las cárceles, ni los comunes cuya cifra ha aumentado ostensiblemente a través de los años de dictadura, como consecuencia de la debacle económica provocada por el dictador Fidel Castro: ni un gobernante que lleva aferrado al poder, más que cualquier otro conocido de la historia moderna; ni las leyes cubanas actuales, que violan cuanto tratado ha concebido la era moderna para preservar los derechos humanos, los derechos ciudadanos; ni una sistema de educación y salud de los cuales se ufana la dictadura y en primerísimo lugar sirve a sus intereses políticos y ultimadamente a los de la nación; ni las persecuciones, asedio y cuanta tenebrosa idea pueda ocurrírsele a la dictadura para aterrorizar a sus ciudadanos y aquellos que han tenido la osadía y la valentía para señalar todo lo anterior y pedir el cese de estos atropellos; son reflejadas de forma apropiada y como prioridad para los países con sistemas democráticos.
Los medios de comunicación, más interesados en las sumas y las restas, en los síntomas que en la enfermedad, han adormecido el gravísimo problema cubano.
Una cantidad de países, con intereses particulares y el temor a la represalia de la dictadura cubana, se han hecho cómplices de esa dictadura en los foros internacionales, llegando incluso, para vergüenza de los hombres de bien de sus propias naciones, a situar al ultrajador en puestos de dirección de esos foros.
La dictadura cubana, en un chantaje de sentimientos, impide incluso, que aquellos que han logrado escapar a la cruel situación, participen públicamente en el desenmascaramiento y acusación de esa dictadura, so pena de serles cerrada para siempre la posibilidad del reencuentro familiar.
Se niega a aquel que así lo ha decidido, viajar a otros países para mejorar su situación económica, aún teniendo estos el permiso de aquellos países a los que han decidido emigrar con el burdo pretexto de que deben pagar los estudios que en su momento el mismo gobierno declaró como gratuitos. Finalmente se quitan la careta para mostrar su deshonesta hechura, y se muestra la dictadura tal como es sin el menor recato; escudado en la falsedad del apoyo ciudadano, el cual está dado, por ser esta misma dictadura dueña en la casi totalidad de los empleos y verse obligados los ciudadanos, por miedo, necesidad y en muchos casos por fuerza a mostrar ese apoyo.
Pregunto a este mundo, ¿Cuántos más han de morir por causa de esta dictadura?, ¿Cuál es el número de presos políticos para que se preocupen los organismo internacionales como la ONU?, ¿Cuál es el cupo requerido para que los cubanos tengamos la atención debida y se nos ayude a terminar por siempre esta dictadura?, ¿Cuántos han de emigrar cada año, para huir de tan triste destino?. ¿Qué cantidad mas allá del total de las libertades conculcadas es necesaria para llamar la atención de la comunidad internacional?

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