lunes, 9 de agosto de 2010

Tempus rerum imperator

Leo actualmente Pedro I, obra inconclusa de la literatura rusa escrita por Tolstoi. Luego de días de espera, decidí comenzar la lectura del voluminoso libro; hasta ahora, a pesar de unos cuantos errores tipográficos, que por las características puedo conlcuir que son consecuencia de un escaneo y una pobre revisión, el libro es interesante, se deja leer a pesar de ser una historia inconclusa y mayormente deprimente por los sucesos y los personajes en una epoca de miseria y violencia en Rusia. Mirando el devenir ruso, a partir de la historia que cuenta, poco cambió Rusia a pesar del esfuerzo de quien es conocido como Pedro el Grande, por el ingente esfuerzo en tonificar Rusia con los adelantos sociales y tecnológicos de la época que redundarían en una economía boyante; si bien logró impulsar el país y conquistar territorios para favorecer el comercio por mar, no logró ni podía lograr que la sociedad Rusa, anquilosada por el dogma y preñada de una justicia del ojo por ojo, retrógrada esencialmenet, despegara; una golondrina no hace verano; las mismas condiciones de atraso social, fueron caldo de cultivo para la revolución rusa, con la sucesión de dictadores bajo el manto del socialismo por casi 80 años, hasta el cambio propiciado por Gorbachov, que a fecha de hoy, mantienen los rusos el mismo matiz centralista del poder que siglos ha.
Dos factores, a mi modo de ver, propician cambios sociales relevantes, cambios sociales que se suceden en una pendiente poco inclinada y larga en el tiempo, si los cambios económicos o políticos se pueden sucederse con rapidez e inmediatez, el cambio social toma generaciones en su desarrollo y perceptibilidad, esos factores determinantes son el tipo de creencia o religión predominante tradicionalmente y el sostenido mantenimiento de cambios económicos y/o políticos. La historia demuestra que si los cambios económicos y políticos se reflejan ipso facto, los cambios sociales por el contrario, transcurren sin ser notados. No importa cuan brusca sea la inversión de la pirámide o el revuelco institucional, estos per se, no determinan un respuesta inmediata ni repercuten en la conciencia social de manera determinante; se requiere de un período extenso, como ya señalé, de varias generaciones y que el cambio político o económico tenga una persistencia promedio durante ese período; aquello que puede parecer cambio, en la realidad es otra vestidura, pero el ente vestido, es reconocible bajo el ropaje como la misma estructura básica, son elementos de tránsito. Un elemento a notar, es la eliminación de la escala de valores en sociedades cuya propaganda es de izquierda o socialista, propaganda que definitivamente tiende a rasar o igualar la estrucutra social, determinando la eliminación de esos valores, siendo sustituídos por actitudes retrógradas y que fueron o están siendo superadas en su momento. La afirmación del dogma rígido o la sustitución por otro para dar apariencia de novedad, sólo persigue la entronización de personajes faltos de entendimiento y propósito que no sea perpetuarse al estilo de la realeza.
Cuba es un claro ejemplo de ese decursar, Rusia, por precedencia lo es más; es tan evidente lo antes expuesto, que ni la educación extrema, logra consecuencias positivas o de progreso. La fuga del capital social en Cuba, promovida por el terror, es visible en la vida actual doquiera se mire o se esté; una infraestructura heredada y los pocos valores transmitidos pero desvanecidos a la vez que esa infraestrucutra se deteriora, provoca el deterioro social a su vez. Tardaremos los cubanos en superar el impasse, y retomar el andar propio de la humanidad, quizás, al estar influenciados por naciones punteras en el desarrollo humano, reduzca el cambio social necesario, pero será determinante, más que la creación, la permanencia de códigos morales y sociales propios de la civilización.

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