miércoles, 29 de agosto de 2007

Anónimo y censura.

Recuerdo de pequeño, haberme impresionado por la gran cantidad de libros del autor Anónimo. Los profesores y otros, asumen muchas veces o dan por sentado, que algo tan sencillo no merece ser aclarado o explicado, es como la ley de gravedad, no la conoces pero es omnipresente, de manera que nadie me aclaró que Anónimo no era un autor, sino, que el libro es de autor desconocido, para mejor claridad, no conocido.
Luego con los años, no solo aprendí que anónimo se le aplica a cualquier escrito o fuente de origen o autoría no conocidos.
Entre las primeras precauciones de la dictadura, estuvo librarse del peligroso anónimo; todo debía llevar nombre y apellidos, no importa si era una denuncia, un libro o un trabajo presentado a un concurso. No era saludable ni recomendable, sobre todo para la claque que rodeaba al poder unipersonal del dictador y al dictador mismo, la aparición de escritos que ponían en entredicho la modestia, la honradez y una larga lista de epítetos autocomplacientes de la dictadura; además, de esa manera, se aseguraban de castigar a los rebeldes, no importa si eran con o sin causa, dentro del rebaño y a su vez, servía de advertencia para aquellos con intenciones de cuestionar "la revolución y sus dirigentes".
Este estilo caló a los cubanos, quienes influenciados por tantos años de una educación torcida y de oscuros propósitos, muchas veces nos es difícil libranos de la sensación de molestia por el anonimato, la galleta sin cara, la ofensa o cuestionamiento anónimo, sea de una persona o criterio, aun, la diferencia de opinión planteada anónimamente. Para nosotros, es una cobardía el anonimato, lo tenemos a menos.
La realidad demuestra la conveniencia del anónimo por justas razones y buenos motivos. En alguna oportunidad de nuestras vidas, echaremos mano del anónimo, mayormente para proteger la privacidad, en menor grado para evitar la represalia; esta última, característica de regímenes dictatoriales con fachadas de democracia y disfraz de libertad, los cuales aplican intensiva y extensivamente la censura y el castigo de lo anónimo.
En el caso particular de la blogósfera cubana, se ha sentido con fuerza la mala semilla sembrada de ir contra el anonimato o el anónimo, segun sea el caso. No se distingue entre el autor y la opinión, todo cae en el mismo saco de la censura, si a esto le sumamos la mala semilla de creernos infalibles o más allá de la sana práctica del debate y el diálogo, el mejunje resultante es una blogodictadura al estilo del dictador por excelencia y por longevidad en el poder, Fidel Castro, quien regía los destinos de la nación cubana.
De creer el espíritu rudo de algunos blogs al tratar los comentarios, pudiera llevarnos a la sensación de que en lugar de un blog, estaríamos en presencia de las claves para el lanzamiento de los misiles de todo los países que los poseen, la debacle, el apocalipsis.
Líbreme el buen entender de recortar o coartar en mi blog los comentarios, aun los de palabras soeces y ofensivas. La censura es una trampa de malas consecuencias e intentaré dejarla en un rincón bien apartado y bajo llave.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Le saludo y aplaudo. Sólo quienes están interesados en el debate de las ideas y no en promover su propia agenda, utilizan el periodismo de opinión como vehículo de intercambio de opiniones con claridad y sin hacer uso de la posibilidad de utilizar la censura para acallar las opiniones disidentes o aquellas que cuestionan la de los editores del periódico, revista o medio de comunicación cualquiera que sea, incluidos los blogs, a mi juicio la blogosfera es el periodismo de opinión más diáfano en la actualidad y por fortuna con visibles excepciones como el blog del Sr. Rui Ferreira en El Nuevo Herald, no han cedido a la tentación de acallar la opinión diferente o de utilizar el ataque personal porque se utilice el anonimato para opinar. Y para hacer uso de esa opción libérrima coloco esta opinión como anónimo. Gracias por su blog.