lunes, 1 de noviembre de 2010

Actualización del blog.

-El hombre no se sabe por qué, ató alrededor de su cuello la roldana, hubiese bastado la soga, pero quizás para asegurarse, decidió enredar la pesada roldana en su cuello, luego, lanzóse al vacío y de seguido crujió con el sonido característico al desnucarse; casi a mitad de un día ajetreado en la Habana Vieja, peatones y choferes, quedaron estupefactos por el hecho.
La tasa de suicidios si se toma en ceunta la realidad diaria debe ser enorme; el peso de la miseria y la pobreza, no deja a unos cuantos otra opción que terminar su existencia y con ella, esa miseria y pobreza. Se rinden ante la evidencia y la desesperanza de una dictadura que ha prometido, promete y ni un ápice es cumplido; no tiene ni el valor de renunciar para dejar paso a la libertad y democracia.

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