viernes, 6 de noviembre de 2009

Anécdota del megalómano.

Ya en la tarde, leo en Granma el anuncio de un documental sobre la Crisis de los Misiles ocurrida en octubre del 62. Mi interés por la historia me motivó esperar la retransmisión a medianoche del documental, a la hora de la lectura ya estaría sucediendo y no podría verlo en su totalidad.
La disyuntiva entre una buena serie sobre abogados de la que había visto en la PC la primera temporada y el documental, se definió por este último, quería ver como era tratado el tópico en un material por encargo de la dictadura, extremo este último totalmente justificado cuando se ve el documental.
Resumiendo las impresiones basadas en lo visto, es de notar primeramente, la ausencia de participantes o testimonios que a esta altura de la historia puedo presumir que existen y son abundantes, testimonios importantes como aquellos de los momentos álgidos, testimonios reveladores por algún detalle de lo que hoy conocemos los cubanos principalmente por la versión edulcorada y épica con que la dictadura presenta el hecho.
La historia como he podido colegir, tomando los sucesos reales a los que he podido acceder por distintas vías, al menos para mí, no hay ninguna duda de la retirada de los misiles por dos causas fundamentalmente, la primera, la clara intención del dictador cubano Fidel Castro de usarlos y el peligro de que se apropiara inconsultamente con la URSS, el dueño y aliado, la segunda, desconocimiento del potencial atómico real de las partes implicadas, impidiendo una clara visión del final del conflicto si se iba a una campaña bélica.
Jruschov, al conocer el derribo del U2 sin que existiera una orden de su parte y principalmente al conocer quien había azuzado al general ruso destinado en Cuba como jefe de los cohetes, que no fue otro que el dictador, temió la irreflexión de Fidel Castro y la posibilidad real de que convenciera a quien destinara a Cuba para disparar los misiles, ni corto ni perezoso detuvo el proceder y lo canceló definitivamente, esa es la realidad de aquel momento, esto le costó a Jruschov el puesto, pero salvó a la humanidad de un posible holocausto nuclear en octubre del 62. La falta de iniciativa de John F. Kenedy para actuar en el problema cubano cuando podía y debía, durante Girón, le costó a EEUU un enemigo molesto cerca y una dictadura al pueblo cubano de más de 50 años.
Como bien relatan los entrevistados, nadie tenía conciencia del peligro, eso es evidente, para mí, ni el pueblo ruso conoció del peligro real; en contrapartida a estos dos, los EEUU, en la figura de su presidente se mantuvo regularmente informado de la situación y el peligro inminente de una guerra nucelar con los rusos.
Para los cubanos simples, la situación de guerra y los correspondientes movimientos y movilizaciones desde entonces, incluyendo aquel momento, han servido para evitar el trabajo y tener entretenimiento aquellos que no trabajan; esto es palpable en otros materiales vistos y testimonios escuchados, desde el ama de casa, que aburrida de la casa veía como un pasatiempo y lo usaba convenientemente para eludir sus deberes de esposa o ama de casa, hasta el que laboraba y lo veía como una oportunidad de socializar y explorar nuevos lugares del país.

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