Si en la actualidad, el morinauseabundo ha olvido la triquiñuela o trampa hecha a la companía de Carlos Slim, iniciadora de la telefonía celular en Cuba, dudo que el señor Carlos Slim la haya olvidado.
Luego que por varias razones, algunas de las acostumbradas y propias de una dictadura como la que vive en Cuba, decidiera el dictador quitar la presencia mexicana en la telefonía celular, esto implica al señor Slim, comenzarón a hacerle la existencia en Cuba imposible; ante la resistencia de Slim a entregar el negocio, crearon la compañía CCom, competidora desleal que comenzó un dumping para socavar a Cubacel, única compañía en Cuba de telefonía celular desde el inicio de la telefonía celular en la isla: las consecuencias no se hicieron esperar, no tanto por el suceso, como lo que se anunciaba vendría luego, el dumping, rebajar los precios para arruinar o descabalgar a los competidores y quedar como monopolio absoluto, es una práctica desleal, condenada en otros paises que viven en democracia por atacar la raíz misma de la economía en democracia, esto es la competencia, como decía, usar el dumping por el gobierno, era como decirle por las claras a Slim quien mandaba en Cuba y que quien mandaba no lo quería.
Luego que el sátrapa cubano cambiara su alergia a la telefonía celular, sobrevino un impulso gigantesco, característico de su egolatría, de palo para rumba, como solemos decir aquí, hizo explosión ese tipo de comunicación muy práctico, claro, el servicio era exclusivo para los extranjeros radicados enCuba, que comenzaban empresas conjuntas con la dictadura cubana, al resto, a los verdaderos dueñoe, el pueblo cubano, se le vedó esa tecnología hasta hace muy poco. Los iniciadores fueron los mexicanos, Slim a la cabeza, invirtieron y extendieron poco poco el servicio, que si en sus inicios era sólo para Ciudad de la Habana y Varadero, se iba extendiendo como una marea de la mano de los mexicanos, al ser un megocio redituable, permitía invertir en su extensión; es mi parecer, que la idea de Slim, era como la inmensa mayoría de los que corrieron a hacer negocios con la dictadura cubana, luego de la apertura obligada por el recrudecimiento de la crisis económica cubana, mal permanente del sistema, tener presencia en Cuba al comenzar el cambio hacia una economía y sistema liberal. La dictadura que vigila y quiere controlar la vida de la isla como medio para sostenerse mediante el terror, le era en extremo difícil conciliar su propósito con el de Slim, persona que por su actuar, se puede deducir respeta las tradicionales libertades reconocidas en el mundo democrático, lo que le llevó a la ruptura y guerra posterior a los mexicanos inversores y dueños del negocio como socios minoritarios; finalmente, Slim vendió su parte y partió de Cuba, ya el negocio no prometía mas que problemas y pérdidas; los subsiguientes socios con la dictadura cubana, se han cuidado de hacer como Pilato, no meten sus narices en los turbios manejos de la dictadura y se dedican a revisar el balance, mirando que los numeros no anden en rojo, cosa esta ya de por si difícil, con el consabido manejo mafioso de la economía cubana por la dictadura de los castros.
Luego que por varias razones, algunas de las acostumbradas y propias de una dictadura como la que vive en Cuba, decidiera el dictador quitar la presencia mexicana en la telefonía celular, esto implica al señor Slim, comenzarón a hacerle la existencia en Cuba imposible; ante la resistencia de Slim a entregar el negocio, crearon la compañía CCom, competidora desleal que comenzó un dumping para socavar a Cubacel, única compañía en Cuba de telefonía celular desde el inicio de la telefonía celular en la isla: las consecuencias no se hicieron esperar, no tanto por el suceso, como lo que se anunciaba vendría luego, el dumping, rebajar los precios para arruinar o descabalgar a los competidores y quedar como monopolio absoluto, es una práctica desleal, condenada en otros paises que viven en democracia por atacar la raíz misma de la economía en democracia, esto es la competencia, como decía, usar el dumping por el gobierno, era como decirle por las claras a Slim quien mandaba en Cuba y que quien mandaba no lo quería.
Luego que el sátrapa cubano cambiara su alergia a la telefonía celular, sobrevino un impulso gigantesco, característico de su egolatría, de palo para rumba, como solemos decir aquí, hizo explosión ese tipo de comunicación muy práctico, claro, el servicio era exclusivo para los extranjeros radicados enCuba, que comenzaban empresas conjuntas con la dictadura cubana, al resto, a los verdaderos dueñoe, el pueblo cubano, se le vedó esa tecnología hasta hace muy poco. Los iniciadores fueron los mexicanos, Slim a la cabeza, invirtieron y extendieron poco poco el servicio, que si en sus inicios era sólo para Ciudad de la Habana y Varadero, se iba extendiendo como una marea de la mano de los mexicanos, al ser un megocio redituable, permitía invertir en su extensión; es mi parecer, que la idea de Slim, era como la inmensa mayoría de los que corrieron a hacer negocios con la dictadura cubana, luego de la apertura obligada por el recrudecimiento de la crisis económica cubana, mal permanente del sistema, tener presencia en Cuba al comenzar el cambio hacia una economía y sistema liberal. La dictadura que vigila y quiere controlar la vida de la isla como medio para sostenerse mediante el terror, le era en extremo difícil conciliar su propósito con el de Slim, persona que por su actuar, se puede deducir respeta las tradicionales libertades reconocidas en el mundo democrático, lo que le llevó a la ruptura y guerra posterior a los mexicanos inversores y dueños del negocio como socios minoritarios; finalmente, Slim vendió su parte y partió de Cuba, ya el negocio no prometía mas que problemas y pérdidas; los subsiguientes socios con la dictadura cubana, se han cuidado de hacer como Pilato, no meten sus narices en los turbios manejos de la dictadura y se dedican a revisar el balance, mirando que los numeros no anden en rojo, cosa esta ya de por si difícil, con el consabido manejo mafioso de la economía cubana por la dictadura de los castros.
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