En la época de Abrantes, Ministro del Interior defenestrado, preso y luego muerto en la carcel, ya intentaron obligar a los cubanos a usar el casco por los motociclistas; esta medida no fructificó y durmió el sueño de los injustos, porque el casco no venía con la ley o resolución gratuitamente, que implementaba su uso, había que comprarlo, aparte de que la exigua cantidad que se puso en circulación no alcanzó. Agregaría que por suerte no lo regalaron, sino hubiese sido hasta hoy, cita común en la verborrea del dictador, junto a la salud gratuita, la educación y otras que se encargaba de restregar al cubano siempre que deliraba públicamente.
Luego, al ir perdiendo facultades el dictador y subírsele lo que no debía, volvió a promulgarse el uso obligatorio, con la excepción, de que estas vez hicieron oidos sordo de las quejas justas de los motociclistas por la imposibilidad de adquirir el casco a los precios que tiene en divisas o su equivalente en moneda nacional, la abuelita, cada vez más sorda y ciega, como el dueño, publicó un artículo que se puede resumir así: me importa 3 cominos de donde lo consiguen, pero tienen que usar el casco.
Y allí no ardió Troya, la desvalijaron, es un clásico de la dictadura, ahora a descaro descubierto, sin cortapisas, si me obligas, en lugar de robar 2 robo 4 y así crece de manera exponencial el robo obligado, este si por fuerza mayor o mejor dicho, fuerza senil, porque, ¿de donde se supone que salga el dinero para el casco?
Nuevamente, se hace sentir el divorcio entre gobierno y gobernados característico de la dictadura, no sólo quien conduce el la moto, sino que el acompañante tiene que usar casco, la torpeza no logra minimizarla el precio que dice el Granma y donde dice que los venderán, la aumenta; téngase en cuenta que el salario promedio debe rondar entre los 12 a 15 pesos diarios, quiere decir que si el precio, según la abuelita, oscila entre 150 y 200 pesos, usted debe trabajar entre 15 a 20 días para ganar el dinero necesario y comprar el casco.
No para el Via Crucis ahí, saben quienes han caminado este infierno de los cascos, que desaparecen porque suministran unos pocos, el resto, hay que pagarlo en CUC, a precios entre 15.00 CUC el mínimo y más. Lo cual, conociendo el paño o de la pata que cojea la dictadura, no es de extrañar, al estilo Corleone, resolviendo los problemas que crea, pero más refinado o acabado, porque de paso se embolsa dinero en una oferta que el cubano, no puede rechazar.
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