martes, 9 de marzo de 2010

La muerte de todos.

Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del banquete; porque aquello es el fin de todos los hombres, y el que vive lo pondrá en su corazón.
Ecleciastés 7.2


Ha arraigado de manera tal, comodidad espiritual mediante, el maleficio de la dictadura, que algunos tragan la píldora dorada aun cuando parezca increíble, cuando el hecho en si, resumiendo sus partes, aun viniendo de quien viene, denuncie la verdad.
Entre los males inmateriales, pues los materiales están a la vista, subsiste la indolencia y la comodidad de ignorar aquello que se ha ordenado por la dictadura, la mayoría acata el pequeño fragmento, la directiva que rige como pronunciarse sobre asunto terrenal; y de esa manera, mantiene el estatus, es parte del rebaño, se amanceba y conviene en seguir la corriente. Las pocas luces no le dan para ver más allá del presente, previendo por su familia y proveyendo la "seguridad" y la "tranquilidad" actual, pierde la perspectiva de un futuro que ciertamente en algún momento le tocará, quizás no con la crudeza de otros, pero finalmente, al estar bajo una dictadura, terminara por afectar a él y a esos que hoy intenta proteger con su complicidad. No es un país de mártires, no de los de carne y hueso, la dictadura se encargó de profanar todo lo que la humanidad ha tenido por sagrado, se apropió de ello, lo mezcló, y término ofreciéndolo como lo que es, un producto mediático, que como el Cohiba, es propiedad de ella sola. El martirologio de otros no cuenta, no vale, sólo queda el suyo, empañado por la vulgaridad y el uso desmedido como propaganda.
El país del norte, tendrá un camino difícil con aquellos que han crecido bajo el dogma cubano, si aquí la comodidad del silencio obliga al consuno con atrocidades, allá la comodidad de la libertad, les hará cometer el perjurio y la palabra vana, si aquí les perjudicó alguna vez el ser agradecidos, allá en la libertad, no querrán saber que aun con límites, es bueno agradecer.
Les miro con pena, como asumen aun la promesa y colocan el yugo, está vez más cómodo por estar en pastos abundantes y ser alimentados, porque como animales, no les importa la mano que da la comida, sólo comen y punto; luego que llenan sus estómagos, atienden a los reclamos de quien les maltrató, aún, consienten en el masoquismo de seguir sus reglas, porque no importa cuantos kilometros hay por medio, el esclavo que no quiso ser libre, sigue viviendo la fantasía de su cadena.
Pero otros, ah.. otros, son libres, sí, libres, libres hasta sus últimas consecuencias, libres no solo porque es un derecho, sino, porque disfrutan esa libertad en el corazón, y la bondad del estado de gracia que les provee, les alcanza aun para inmolarse, libres en su corazón y su espíritu, no reconocen el yugo del dictador, no le reconocen autoridad alguna como no sea la del más fuerte, pues la razón y la justicia les acompaña.
Y que futuro sobrevendrá al mundo si no presta auxilio y atención a quienes prefieren como el ave enjaulada dejarse morir, antes que aceptar los crueles barrotes de la dictadura. Para quienes, ha mucho comprendieron que primero la libertad, luego el resto; primero el derecho y la justicia, luego lo demás.
El mismo suceso acontecerá a todos, y como se suele decir, no se elige nacer, pero si se elige vivir en dignidad, morir por los suyos y los demás, por el futuro.
El mundo no se acabará hasta que no se acabe, pero sí termina un poco, cada vez que se ignoran los muertos de la libertad, las injusticias de las dictaduras, los desmanes de los carceleros, el terror y la mordaza de los inocentes.
Ser tolerantes y condescendientes con quienes han negado lo propio a su pueblo, no es de estupidos, es de cómplices de asesinos; ver como la dictadura clava su puñal en el corazón de inocentes y pedirle clemencia o perdón, no es de tontos, es de criminales indolentes, irresponsabels y con perdón de quienes leen, de hijos de puta.
La muerte de Zapata, la muerte de cualquiera en Cuba por negarse a convivir con la esclavitud, no sólo es de su familia, de quienes compartieron sus ideas, no es de Cuba; esa muerte debe doler al mundo, deben llorarlo todos y proveer porque no se repitan hechos desecrables como este. Porque hoy es en Cuba, pero la historia demuestra, que del mismo suceso nadie está ajeno y esa misma historia demuestra, que quienes lo sufren es porque permitieron que alguien lo sufriera antes que ellos.
Creer en el diálogo, en acercarse para mejorar la situación cubana, es dar soga para su propio pescuezo, ténganlo por sentado.

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