Leo sobre el cacerolazo, esta vez no ha tenido mucha acogida; en la sección de correspondencia de la abuelita alzhemeriana de la dictadura, que es publicada los viernes, sigo leyendo los detalles de la derrucción a la que ha abocado la tiranía el país. Se nota cierto impass, una calma, una espera tensa; situación esta, análoga al ras de mar, al tornado; al fenómeno natural desatado de improviso, inesperado y trágico casi siempre. El fenómeno social, es parecido igualmente; de improviso se desencadena la furia popular, cansada de esperar la prometida mejoría que no llega, obstinada del destino cruel deparado por 50 años de absurdo gobierno; sucede que se aunan los malestares dispersos, se va la ira para ser sustiuída por una calama, un adormecimiento antes del arrebato arrollador, violento, un despertar brusco y de toro bravo, atacando lo que se ponga enfrente, sin mirar consecuencias o ser consecuente, olvidando el miedo y el cuido aun de la vida, así son los pueblos a los que se les lleva al borde del abismo, contra la pared, sin otro remedio que enfrentar el destino, por cruel que sea y al costo que depare.
Asi veo este país en estos momentos, retirándose como el mar, asoleando suavemente; para luego, arremeter contra todos y contra todo, venir en ola gigante y alocada, en rabo de nube de azarosa ruta contra quienes le han ofendido por tano tiempo y en tantas cosas.
Cuando rompa el destino en ese día, nadie se duela de no haber visto venir la desgracia, ni la dictadura, ni quienes hoy conculcan con ella. Porque será el fin para el luminoso comienzo, desechar lo malo para dar paso a lo bueno.
Quienes hoy se aferran a la silla del poder, con silla y todo serán mañana echados al lugar donde pertenecen, la historia de las dictaduras en Cuba.
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