domingo, 3 de febrero de 2008

Cuando el agua no regresa a la tierra II.

Mi primera intención era escribir este post a continuación y al final del anterior, puesto que versa sobre el mismo tema. No obstante la similitud, quiero diferenciarlo claramente e individualizarlo con el objetivo de primar el tema en mi blog y le sea dedicada igual atención con una lectura fresca por poseer un principio.

Por estos días la naturaleza provoca desastres, los medios de comunicación dan cuenta de intensas nevadas en China e igual de intensas las lluvias en Sudamérica. Los apocalípticos como los Gore, los Castros y compañía saltan de alegría con la noticia y aprestan sus mordaces lenguas para arremeter nuevamente en su cruzada al estilo de un satisfactorio para ellos “te lo dije” en buen cubano. He escrito y publicado en este blog y en Todo el Mundo Habla, lo que considero otra campaña histérica de personas más interesadas en la popularidad y la teatralidad, que en la exposición acertada y mesurada de la incidencia del clima y su supuesto cambio contraproducente.

Como viene a cuento, rememoro lo leído hace poco tiempo, acerca de un estudio revelando la recuperación del orificio en la capa de ozono, orificio que mantuvo ajetreados a una buena parte de la humanidad en décadas pasadas, cuando fue descubierto, analizado y declarado el fin de la raza humana. Entre las consecuencias de la era digital, informática o como quiera llamársele, es el origen y la propagación a velocidades propias de la era, de noticias, estudios, encuestas y cualesquiera información del tipo “Exterminadora de la raza humana”. Si en tiempos remotos o pasados, una misma Apocalipsis mantenía en vilo durante años a crédulos de nuestra especie, hoy día se suceden uno tras otro, compitiendo entre sí por los primeros lugares en el podio de los medios de información. De dar crédito a todo cuanto amenaza a la especie humana, como en la tal era anterior de que hablé, muchos tomarían la salida de este mundo cruel por su propia mano.

De forma tal se suceden en profusión, que llegan a convertirse en una especie de bruma o niebla, obscureciendo el entendimiento, la razón y el discernimiento.

No puede faltar el culpable, el empepinable imputable; si antes la figura del diablo ocupaba el lugar central, en la actualidad se diluye en aquellos, como siempre ha sucedido en la historia humana, más agraciados por la fortuna o el destino. De manera que, todos los países del Primer Mundo, son culpables por ello, la sentencia, absurda, deben bajar a la miseria de nosotros los del Tercer Mundo, muy vagos o impedidos para subir al primero; es ver el prisma desde otro ángulo, el dinero es obra del diablo, por tanto quienes lo tienen en demasía, deben deshacerse de él inmediatamente en beneficio de los beatos pobres, desmontaran las industrias por ser igualmente obra diabólica, cesaran estos países de funcionar en beneficio de aquellos que nunca han funcionado y adoptaran la misma inopia de estos últimos, interesados en cosechar el fruto que no han cultivado, entretenidos en desangrarse para dirimir sus diferencias e impidiendo la intervención adecuada para la resolución de estas, escudados en la “soberanía”, palabra a mano frecuentemente, cuando se desea insistir y persistir en eliminar nacionales opositores o distintos en su origen, etnia, religión o sexo.

Para botón de muestra, compartiré en este blog la conclusión a la que he arribado luego de ver y mirar algunos detalles que he tenido a mano y me llevan a traer un poco de luz en la bruma apocalíptica y falta de cordura actual.

El rasgo distintivo y natural en las regiones donde se ha comportado de forma inusual la naturaleza, lo constituye el surgimiento, desarrollo y conclusión de megaproyectos interviniendo de manera decisiva en el obrar de la propia naturaleza. Primero, tenemos a Brasil, interesada en obras gigantescas de muchos años ha; la última, de real impacto en el medio ambiente, la megapresa construida al costo de miles de hectáreas robadas a la vegetación, la fauna e incidente por su gigantismo en el clima. En China, igualmente un megaproyecto para represar me lleva a pensar en la coincidencia del origen o causa parecidos y en el resultado igualmente similar.

En el período soviético, distintos proyectos para alterar la el curso natural de la naturaleza, valga la redundancia, hoy muestran los desastrosos resultados, como el caso del Mar Muerto, etc.

Cuba es un caso representativo de esta incidencia negativa. La dictadura con el dictador a la cabeza, por años se dedico de forma concienzuda, a represar y embalsar, en un empeño más propio de una obsesión-compulsión o enfermedad psiquiátrica, millones de metros cúbicos del líquido que sustenta y anima la vida. Hoy día, muchos cambios en la vegetación, la fauna y su incidencia en el cubano, tiene que ver con aquellos vientos de tormenta; un manto freático y aguas subterráneas afectados, marabuzales, plagas de insectos y enfermedades, son consecuencia directa o indirecta de los extensivos e intensivos planes agresivos hacia el medio ambiente desarrollados por una dictadura de ejecutoria incierta y vacilante, errada las más de las veces y puesta a recaudo de la necesaria supervisión, cuestionamiento o señalamiento, bien sea por parte de los nacionales cubanos, de otros países u organismos competentes.

Ha mucho publiqué lo peligroso de jugar a ser Dios, de construir la Babel moderna sin detenerse a dilucidar teniendo por ejemplo en cuenta, que megaproyectos, tendrán incidencia en algunos casos en megatiempos y serán igualmente, megaproblemas para la humanidad.

Aquella oportunidad, tome prestado trastocándolo a la conveniencia el título “Cuando el agua no regresa a la tierra”, hoy viene al caso, como todo aquello que es humano y no me es ajeno.

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